AUNQUE SOLO ESTÉS

Cuando la religión estaba prohibida y los cristianos se veían forzados a practicar su fe en secreto, un adolescente tuvo el coraje de ponerse de pie y hablar acerca de su Dios.
No solo a sus amigos o en una reunión privada de la iglesia, sino en una base militar frente a tres mil soldados... y un coronel. ¿Insensato? Quizá. ¿Arriesgado? Sin ninguna duda.
Pero Iván Gumenyuk había decidido aceptar el llamado de Dios, y en ese entonces Dios lo estaba llamando para ser misionero en el ejército soviético. Al igual que el Daniel de antaño, Iván enfrentó dificultades que probaron su fe hasta el límite. Y, como Daniel, Iván logró cosas increíbles para Dios.